viernes, 6 de mayo de 2011

COMPETITIVIDAD



I. COMPETITIVIDAD

La competitividad es un reto que se establece para poder alcanzar objetivos tanto personales, grupales, organizacionales como nacionales. En la actualidad es necesario valerse de todas las armas necesarias para luchar en un campo de batalla donde las trincheras se componen de bienes y servicios parecidos o iguales a los que nuestras empresas ofrecen.
Existen herramientas que ayudan a mejorar o a reinventar estas trincheras. Una de estas herramientas es la gestión de la innovación, que comprende una serie de pasos e instrumentos, como la creatividad, para llegar a desarrollar ideas nuevas y exitosas que logran dar el empuje necesario para fortalecer estas trincheras, incluso para ganar la batalla.
La gestión de la innovación tiene como principal objetivo establecer nuevas fronteras, abastecer nuevos mercados y crear nuevas trincheras para combatir en la dura guerra de los mercados. Más adelante se explicará con más detalle la gestión de la innovación.
Niveles de competitividad
La competitividad puede establecerse en 3 niveles que pueden platearse en un esquema piramidal, como se muestra en la Figura 1.1:



Figura 1. Esquema de niveles de competitividad. Escenarios y retos.
Estos 3 niveles conforman lo que puede denominarse como: competitividad integral.
Alcanzar la competitividad integral es, hasta cierto punto, un estadio ideal porque todos los niveles dependen del desarrollo de la capacidad y competencia humana, lo cual es un escenario demasiado difícil de controlar por la infinidad de combinaciones de caracteres e inteligencias, en general, que cada individuo presenta.
Competitividad individual
No es difícil entender que para llegar a la cúspide de la pirámide hay que comenzar por la base. La competitividad individual representa el mayor reto para llegar a alcanzar una competitividad nacional.
Es necesario que cada individuo se comprometa a una actividad donde pueda desarrollarse cómodamente, respecto a sus habilidades y competencias. Pero, ¿cómo puede llegarse a establecer en que sé es hábil o competente?
No es fácil enterarse cual es nuestra mejor habilidad o en que escenario nos desenvolvemos mejor, para esto pueden utilizarse herramientas como la autoevalución, pruebas psicológicas, etc. pero ninguna de estas herramientas será efectiva si no se tiene claro cual es el propósito de definir cuales son nuestras habilidades.
Santos (2004) plantea que el desarrollo de competencias individuales que es un camino de cuatro etapas tal como se muestra a continuación:

Experto
·         Crea nuevas prácticas en el dominio adquirido.
·         Generador de mejoras en prácticas
Inconscientemente competente
Capaz
·         Sabe desarrollar métodos y procedimientos.
Conscientemente competente
Aprendiz
·         Sabe seguir instrucciones e indicaciones, sabe interpretar.
·         Reconoce autoridad y acepta ser enseñado.
·         Sabe que no sabe delegar.
Conscientemente incompetente
Contumaz
·         Ceguera cognitiva.
·         De la ignorancia nace la indiferencia
Inconscientemente incompetente
Fuente: Santos (2004) "La Ruta: Un mapa para construir futuros"
El reto más grande en este nivel es convertirse en un individuo inconscientemente competente. En la figura 2 se muestra el ciclo que debe seguirse para alcanzar este nivel, donde la obvia realidad es la incompetencia individual. Para pasar de esta obvia realidad a un resultado dramático, un cambio, primero el individuo debe reconocer sus habilidades y competencias, como se mencionó anteriormente, tomando en cuenta que el objetivo de reconocerlas es para desarrollarse a sí mismo y llegar a ser competitivo. Luego de haber reconocido cuales son nuestras habilidades y competencias se deben seleccionar actividades cómodas de acuerdo a éstas, lo cual permite un mejor desenvolvimiento del individuo y ayuda a potenciar nuestras capacidades.
Lo difícil a veces se encuentra en reconocer en qué somos verdaderamente buenos y en que actividades nos sentimos realmente cómodos respecto a nuestras habilidades. Muchas personas viven su vida frustrados debido a que se dedican a hacer actividades que les desagradan o en las cuales creen que su capacidad se está desperdiciando. Esto crea un conflicto interno que no deja avanzar a la persona en sus actividades ya que no siente motivación de hacerlo.



Ahora, con un total conocimiento de lo que podemos hacer y en lo cual nos sentimos cómodos, el siguiente paso es adquirir un compromiso con sí mismo y con el entorno. Esto se refiera a que, si ya conocemos nuestra capacidad y qué sabemos hacer, debemos comprometernos a ser los mejores dentro de nuestro campo de acción, lo cual implica voluntad y firmeza en el carácter para asumir este reto, pero al mismo tiempo debemos comprometernos con el entorno para que éste también sea beneficiado, este compromiso es el que nos lleva al último paso que consiste en el reto al cambio, ya que si conocemos que hacemos bien, en que actividades lo hacemos mejor y nos hemos comprometido en volcar nuestra capacidad en seguir mejorando, entonces ya podemos hacerle frente a los cambios que sean necesarios para mejorar tanto a nosotros mismo como al entorno, pues estamos consciente de lo que somos capaces de hacer y lo que podemos llegar a lograr, con el compromiso se adquiere sentido para alcanzar objetivos definidos.
Entonces se ha alcanzado el nivel de competitividad individual. Claro que en medio de cada paso suceden una serie de cambios e incongruencias difíciles de asumir pero que son necesarias para llegar a ser individuos inconscientemente competitivos.
 Competitividad empresarial y Retcambio
En un estado ideal, supongamos que una organización (empresa) tiene en su equipo individuos inconscientemente competentes. Esto quiere decir que todos estos individuos tienen competencias y habilidades definidas, y que son capaces de mejorar y crear en el marco de sus habilidades y competencias. Ahora, continuamos al siguiente nivel, todas las personas que conforman el equipo han superado el nivel de competitividad individual, en este momento el reto se encuentra en alcanzar el nivel de la competitividad empresarial, pero ¿cómo lograr alcanzar la competitividad empresarial?
Aquí entran en juego, no solo las personas, sino también los procesos de producción y los administrativos, que son los engranajes para mover la estructura organizativa. Si no se produce nada, una organización no tiene ningún sentido de existencia. Nadie crea una empresa para perder o para pasar el rato, las empresas tienen un objetivo económico claro y eso es totalmente lógico.
Para alcanzar esta competitividad puede utilizarse diversas estrategias, cada empresa define la que más le conviene de acuerdo al escenario económico, social y cultural en el que se desarrolla. Quizá uno de los escenarios más difíciles es aquel donde las micro y pequeñas empresas se desenvuelven, ya que es muy difícil ser competitivo ante monstruos que a veces dominan completamente el mercado. Pero no hay que verlo como una debilidad sino como una fortaleza, la analogía más adecuada en este caso es la de David y Goliat, donde Goliat estaba tan confiado de su tamaño que David le pareció inofensivo y donde David sabía muy bien que podría pegarle porque Goliat era demasiado grande como para no atinar el golpe.
Entonces, para crear estrategias es necesario establecer objetivos de desarrollo. Además es importante seguir algún modelo que pueda establecer orden en todos los procesos, tanto productivos como administrativos de la empresa. La diferencia entre estos dos tipos de procesos es que los productivos dependen de una máquina física tangible (que consiste en los equipos necesarios para producir bienes, servicios o softwares) y de un equipo de personas que tengan el conocimiento técnico para hacerla trabajar, los procesos administrativos dependen solamente de un equipo de personas con el conocimiento técnico, las habilidades y las competencias necesarias para dirigirlos.
Este equipo de personas pueden ser los gerentes de cada área de la organización, aunque este equipo puede variar de acuerdo a la estructura organizativa. Lo importante es que hay que comprender que los procesos administrativos dependen de seres humanos y si los procesos administrativos fallan es posible que los procesos productivos también y no necesariamente tiene que fallar la máquina física para que estos sean ineficientes e inútiles.
Al final todo depende del modo en que la organización sea dirigida y en la visión que los líderes de ésta tengan. Entonces es necesario (olvidemos la idealidad) que los líderes organizacionales hayan superado el nivel de la competitividad individual, porque el nuevo reto consiste en trabajar en equipos sinérgicos.
Ahora bien, todo aquel que ha superado el nivel de competitividad individual, es alguien que está dispuesto a enfrentar cambios, pero estos cambios necesitan objetivos claros, no se puede cambiar si no se sabe que es lo que se espera de ese cambio.
Entonces, el modelo del Retcambio, (que es un neologismo que proviene de las palabras reto y cambio, y que fue introducido por José Alberto Santos en 1995 en la Revista Multidisciplinaria Extensiones, de México) puede ayudarnos a comprender mejor los elementos para hacer frente a los cambios que son vitales para alcanzar la competitividad empresarial.
El Retcambio es "un reto a las obvias realidades, hacia la obtención de resultados dramáticos, a través de una transformación en los escenarios intrapersonal, interpersonal, gerencial y organizacional. Es una ruptura con las prácticas tradicionales del sentido común, para obtener el menos común de los resultados… un milagro". (Santos, 2006, "El Retcambio. Un contrajuego de posibilidades").
Para este caso, nos interesa El Retcambio desde el contexto gerencial y organizacional (se sugiere revisar la bibliografía recomendada). El Retcambio plantea una serie de posibilidades para convertir las obvias realidades del entorno empresarial en resultado dramáticos los cuales son de importancia para alcanzar y sobrepasar el nivel de la competitividad empresarial.


Competitividad nacional
La competitividad nacional representa la cúspide de la pirámide de la competitividad. Esta platea que si dentro de un país existen individuos competitivos y empresas competitivas, estos dos niveles llevan a alcanzar la competitividad nacional, es decir un país se vuelve competitivo en el mercado global.
En el siglo XXI, donde se tiene todo el mundo al alcance a través de los avances tecnológicos de las telecomunicaciones, las empresas ya no solo tienen que cubrir mercados locales, sino globales. Para poder conquistar un mercado global es imperante conquistar los mercados locales y convertirse en el mejor para luego dar el salto final.
En estos tiempos hay países como Japón y China, que han superado con éxito todos los niveles de competitividad, hasta el grado de convertirse en verdaderos monstruos con los cuales es muy difícil competir ya que han alcanzado no sólo la competitividad nacional sino que han alcanzado la competitividad integral.
Casi cualquier país puede alcanzar la competitividad integral, pero como es lógico nada se construye empezando por el techo, siempre es necesario trabajar desde las bases, y la pirámide de la competitividad claramente lo plantea, un país no puede llegar a ser competitivo si los individuos de dicho país no lo son, no quieren serlo o no saben como serlo. Parte del éxito conquistado por los países asiáticos tiene que ver con sus culturas, lo cual influye en la forma de pensar y actuar, lo cual conlleva a alcanzar el primer nivel de competitividad y así sucesivamente. Tampoco pueden introducirse modelos triunfantes en otros países si no se conoce totalmente el contexto del propio. Es muy difícil que estrategias que han brillado en países asiáticos tengan éxito en occidente sin que éstas sean modificadas y ajustadas al pensamiento occidental.
Nuevamente, entra en juego el componente del reto al cambio.

¿Es posible alcanzar la competitividad integral?
Como se mencionó anteriormente, la competitividad integral es casi un estadio ideal, que para llegar a alcanzarlo es necesario un compromiso desde la base de la pirámide de competitividad. Quizá sea una tarea ardua y difícil la de alcanzar este tipo de competitividad donde, el país es competitivo, porque dentro de éste existen organizaciones competitivas, lideradas por individuos inconscientemente competitivos.
Existen países que han alcanzado una competitividad integral, lo cual los ha convertido en potencias mundiales. Los casos más notables son los países asiáticos, cuya cultura de orden, trabajo y limpieza ha sido una de las herramientas más eficaces para su desarrollo y rápido posicionamiento en el escenario global.
En Latinoamérica, donde nuestras culturas se han degenerado al desorden, flojera y postergación de actividades, es un verdadero reto alcanzar la competitividad integral. Es difícil, pero no imposible. Ahora bien, el obstáculo que surge para lograrlo es, el bloqueo mental al suponer que trabajar por alcanzar la competitividad integral es trabajar demás.
Debe entenderse que ser más eficiente no quiere decir que se esté trabajando tiempo extra para serlo, con un simple cambio en la administración de nuestro tiempo y la priorización de actividades puede alcanzarse una mayor eficiencia en nuestro desempeño a nivel personal, grupal y organizacional. Tampoco puede plantearse como algo sencillo, pues nuestras mismas normas culturales dictan que los cambios bruscos en la estructura de nuestro tiempo y actividades nos colocan en una zona de vulnerabilidad ya que no estamos acostumbrados a poner disciplina en nuestras vidas.
Aunque nos disciplinamos para ciertas actividades, a veces esta disciplina se aplica con esquemas no adecuados y terminamos convirtiendo la disciplina en una rutina la cual probablemente generará estrés en cualquier momento es que ésta sea alterada.
En este contexto, trabajar desde la base de la pirámide de la competitividad, es la clave para alcanzar la competitividad integral en los países latinoamericanos.


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